La construcción de edificios, carreteras, parkings etc. ha hecho que gran parte de la superficie se impermeabilice y, en consecuencia, la lluvia que antes se infiltraba en el suelo circula por escorrentía superficial en lugar de percolar. Esta alteración del ciclo natural del agua incrementa el riesgo de inundaciones al provocar una rápida concentración del agua precipitada, generando encharcamientos y estancamientos que pueden llegar a saturar las redes de alcantarillado. Además del problema de la cantidad de escorrentía que se genera, transporta contaminantes suspendidos que arrastra la lluvia de las superficies de los edificios, el trafico (como combustible, metales pesados…) y suspendidos en el aire.
En sistemas de drenaje con redes unitarias, donde se mezclan aguas fecales provenientes de las casas y las pluviales, los altos caudales hacen que la estación depuradora de aguas residuales, en ciertos eventos de lluvias, no sea capaz de tratar toda el agua que llega, teniendo que realizar un vertido sin depurar directamente al río.